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En los preparativos de un viaje, después de organizar las medicinas que tomo, lo que sigue es definir el libro que será mi compañero durante esos días. 

En el último que hice la decisión recayó en Y las montañas hablaron, del escritor estadounidense de origen afgano, Khaled Hosseini https://khaledhosseini.com/ El libro lo empecé en el vuelo de ida que era de cuatro horas. No hice otra cosa que leer ya que desde las primeras páginas me atrapó.

Y las montañas hablaron

Y las montañas hablaron es una novela ambientada principalmente en Afganistán. Su historia inicia en el otoño de 1952, en la triste aldea de Shadgahb. Desde allí el lector emprende un itinerario que lo llevará a Kabul, a París, a la isla griega de Tinos, a San Francisco, hasta llegar al presente. Sin embargo, no será una narración lineal, sino que tendrá muchos saltos en el tiempo.

La historia comienza con el relato de un cuento impactante que lo deja a uno pensando si continuará en otra parte del libro: una especie de criatura extraña y mágica se lleva un niño o niña cada vez que visita un pueblo. A los padres se les da la oportunidad de decidir cuál será el hijo que entregarán, para lo cual tienen que dejarlo fuera la noche previa en que se ha anunciado la venida de la criatura. Y si no lo hacen, esta decide a quién se llevará. En el cuento se narra el caso de una familia que no puede decidirse por ninguno de los hijos.

El dolor de la separación

Al ir avanzando en la lectura me fui dando cuenta de que esta situación inicial se desarrolla en la trama de la novela con la impactante separación de los personajes principales: Abdulá, de diez años, y su hermana Pari, de tres. Ambos viven en la aldea de Shadgahb, a las afueras de Kabul. El padre de ambos se vuelve a casar al quedar viudo, pero su madrasta nunca demostró querer a sus hijos. Abdulá asume entonces el papel de padre y madre de su hermana pequeña, por eso la separación de ambos resulta tan dolorosa y ese dolor se evidencia a lo largo de toda la novela.

El rompecabezas interminable

A partir de allí el autor nos llevará a conocer el recorrido que seguirá Abdulá en los Estados Unidos. También el de Pari con sus padres adoptivos y su tío Nabi. Y la madre adoptiva que se sale de los cánones que marca Afganistán para una mujer en los años sesenta y que vive con un hombre que no la hace feliz. 

En la página 76 ya se ha contado la vida de varios personajes. De hecho, por la forma como se van introduciendo en la novela, pareciera que iniciaran muchas novelas dentro de Y las montañas hablaron. El común denominador es que todos los personajes están de alguna manera relacionados con los dos hermanos. De hecho, durante la lectura hice una especie de diagrama y pude ir enlazando a cada uno con ellos dos. En un momento sentí como si estuviera armando un rompecabezas interminable.

Además, con los saltos del tiempo, a veces es difícil entender por qué de pronto se está narrando la vida de un nuevo personaje. Sin embargo, a medida que se va avanzando en la lectura se va descubriendo la razón. Esto hizo que mantuviera el interés por seguir leyendo. 

Asimismo, en el desarrollo de cada historia se usan diversos recursos expresivos, por ejemplo, las cartas que deja un personaje a otro. También las entrevistas que, cuando muere un personaje, terminan de completar aspectos de su personalidad.

La voz de un niño

De manera que en cada uno de los relatos hay varios narradores, y, al parecer, la voz de un niño está detrás de cada historia. Experimenté la misma sensación que cuando leí El dios de las pequeñas cosas, de la escritora india Arundhati Roy, cuyo narrador principal es un niño. Además, ella utiliza la teoría del iceberg, pues a medida que la trama se va hilvanando en la superficie, algo mucho más profundo se desarrolla bajo el mar narrativo tal cual sucede en Y las montañas hablaron.

El libro narra cómo pueden cambiar las perspectivas de lo que pensamos o sentimos cuando vivimos situaciones impactantes, pero que al volver a nuestra realidad pueden desaparecer no sin antes generar sentimientos de culpa. Este fue el caso de la historia desgarradora de Roshi, una niña abusada que estaba en una especie de refugio hospital y cómo conoce después a Idri, primo de Abdulá que había emigrado a los Estados Unidos, y quien al regresar a Afganistán se encuentra en un país que ya no siente suyo. Tanto Roshi como Idri se encariñan de una forma tan profunda, que esta cuestiona la vida que lleva.

Un libro que enamora desde el inicio

Es así como en toda la novela está presente la emoción: el autor nos hace sufrir el desgarro de la separación, del abandono, de la fuerza y la importancia de las raíces y la pertenencia a un árbol familiar. Que el pasado pesa tanto que puede llegar a ser un lastre de por vida si es que existe un trauma que recordar. 

Terminé el libro en el vuelo de regreso a Panamá. Lloré a mares en las últimas páginas. Me preguntaba, qué pensaría la señora que tenía al lado escuchando cómo sollozaba mientras me secaba las lágrimas. 

Pensé mucho en cómo compartirles el porqué me sentía así sin hacerles spoiler de la novela. Porque es tal el amor que nos despierta un libro que a veces nos hace sentir, imaginar, crear las caras de los personajes, viajar a lugares y vidas ajenas. Y las montañas hablaron es uno de esos maravillosos ejemplos de una obra que nos enamora desde el inicio.

Sin duda, Y las montañas hablaron fue la mejor compañía de viaje. Tenía tiempo que no me conmovía tanto con un libro, pero fue un sentimiento sublime y no de tristeza.

Definitivamente les recomiendo su lectura.

Comments(2)

    • Mirna

    • 1 año ago

    mucha sensibilidad a flor d piel…hermoso tener una escritora panameña q nos permite compartir su yo interior.

    gcs Tere.

    • Alvis

    • 1 año ago

    Excelente Tere , como siempre . Gracias por compartir ..

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