El primero de enero salimos a pasear a Taboga, una isla que queda muy cerca de la ciudad de Panamá. Nos estábamos bañando en la playa, cuando mi esposo Ramiro vio algo en el cielo mientras se precipitaba al mar. Muy emocionado, me repetía una y otra vez lo que había visto.
Al regresar lo comentamos con uno de nuestros hijos, que es apasionado del espacio, y nos dijo que los primeros días del año se vería una gran lluvia de meteoritos. El punto más importante sería la noche del 3 de enero y la madrugada del 4 de enero. Así que lo que Ramiro había visto era sin duda un meteorito.
En un artículo que leí después en National Geographic decía que esta lluvia de año nuevo producía estrellas fugaces más brillantes que la media y que cuando mejor podían verse era en la noche. Por tanto, Ramiro había sido muy afortunado de ver una a pleno día.
Leyendo sobre el tema me enteré de otro evento espacial que ocurriría los primeros días de este año. La Nasa advirtió que tres asteroides se acercan a la Tierra y que el mayor acercamiento será el 6 de enero. Sin embargo, aseguran que ninguna de las rocas espaciales significa un peligro para la Tierra.
En una película que vi recientemente, No miren arriba, con Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep, unos científicos alertan en primera instancia a las máximas autoridades de que un asteroide se dirige a la Tierra y que en seis meses haría impacto provocando la extinción total de nuestro planeta. Sin embargo, nadie les presta la atención que se requiere. No les voy a revelar el final, pero en resumen la evidencia científica es desatendida y priva más el interés particular lo cual tendrá sus consecuencias.
De igual modo podemos ver los llamados que hacen los organismos encargados de velar por el medio ambiente sobre que el mundo se está calentando, que las especies se están extinguiendo, que debemos procurar no contaminar los mares, los ríos; en fin… Pero no parecen tomarse acciones contundentes para cuidar nuestro planeta Tierra. En cambio, se invierten fortunas pensando en cómo se puede acondicionar otro planeta en lugar de trabajar por mantener el mundo donde actualmente vivimos.
Y fue al día siguiente del descubrimiento de Ramiro, caminando por el parque, que como un flechazo vi la relación que tenían todos estos acontecimientos con lo que estamos viviendo en este momento en mi país con la nueva variante ómicron. Y digo mi país, ya que si bien otra vez el mundo está convulsionado con un aumento alarmante de casos diarios por la rapidez de propagación de la misma, veo cómo aquí las personas desatienden las recomendaciones que dan todas las autoridades de salud, empezando por la Organización Mundial de la Salud.
Esta variante surgió porque el virus se estaba replicando entre las personas no vacunadas, por lo que se transmite mucho más rápido y, por tanto, ha hecho que los casos aumenten en forma alarmante en todos los países. Ahora se ven largas filas no solo para vacunarse sino para hacerse la prueba para ver si se está contagiado, ya que los síntomas se parecen a los de un simple resfriado, con la diferencia de que al tenerlo lo puedes propagar a tus seres queridos sin saber el modo como el virus los puede afectar.
El 26 de noviembre, la Organización Mundial de la Salud declaró a ómicron como una variante preocupante y pidió nuevamente que se mantuvieran las medidas de distanciamiento físico y que las reuniones sociales con motivo de las fiestas que se avecinaban se realizaran en lugares abiertos, con la recomendación del uso de la mascarilla todo el tiempo, solo quitándosela para comer. Pero estos llamados, no solo de la OMS sino de las autoridades sanitarias de mi país, parecen caer en oídos sordos.
Las personas han seguido reuniéndose para bodas, cumpleaños, celebraciones de fin de año, en lugares cerrados y bajo la premisa que por estar vacunados todos pueden estar sin mascarillas. Cuán alejados de la realidad. Y sin embargo muchos todavía no acuden a las iglesias bajo el pretexto que se pueden contagiar. Increíble que digan esto cuando en las Iglesias solamente uno se retira la mascarilla a la hora de ir a comulgar. Y ahora además vemos que la variante está afectando cada vez más a los niños, los cuales no están vacunados y estos a su vez llevan el virus a sus casas.
¿Qué tendrá que pasar para que las personas tomen conciencia de que mientras dejemos que el virus entre a nuestro cuerpo sin control no dejará de replicarse? Con la rapidez que se está propagando y el aumento de casos no nos extrañemos que pronto anuncien el surgimiento de otra variante.
Por favor, usemos las mascarillas y apliquemos las medidas de distanciamiento físico que nos han indicado una y otra vez. Si a pesar de tomar todas las previsiones nos contagiamos, al menos tendremos la conciencia tranquila de que no estamos contribuyendo a que surja otra variante. No sea que pase como en la película donde la gente, a pesar de estar viendo que un asteroide inmenso se dirige a la Tierra, no hace nada para detenerlo.
Marta M
Asi es Tere, muy acertado tu post
Feliz 2022 y que el nuevo año nos traiga un nuevo libro,y una lluvia de bendiciones!
Polola Niño
100% Tere, toda la razón……
Lourdes Arjona
Gracias Tere por este interesante artículo que nos ayuda a crear conciencia sobre el virus y a seguir tomando las medidas necesarias sin bajar la guardia… Feliz año 2022!
Magdalena Aguinaga
Muy buena aportación Tere a nuestra responsabilidad ciudadana. Y a cultivar una cultura del cuidado de unos a otros. Todos estamos en el mismo barco y o nos salvamos todos o nos hundimos todos como dice el Papa Francisco.
Feliz Año 2022 (estanque con 3 patitos dijo alguien) con nuevos y excelentes artículos que esperamos con ilusión, muy querida Tere.
Magdalena
Myrna Rojas Pardini
Tere, es cierto lo que escribes, tantas señales y no vemos un compromiso por el bien común. Que tanto más tendremos que vivir para que haya un verdadero cambio. Dios nos ampare
Clarisa kelley
Hola tere bien bonito tu artículo y feliz año a ti y Ramiro.