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Me enamoré de la pantalla grande desde niña. Por muchos años, las palomitas de maíz y la soda fueron las compañeras de cada película que iba a ver. 

Sin embargo, debido a las restricciones por la pandemia de Covid-19, el cine fue una de las actividades que extrañé y no fue hasta el año pasado que pude retomar esta pasión, pero todavía con el miedo al contagio. 

El primer viernes de 2023, mi esposo y yo nos habíamos desocupado de nuestras actividades temprano y pensamos en ir al cine. Vimos la cartelera y nos llamó la atención El gato con botas: el último deseo, que iniciaba a las 4:30 p. m.

El gato con botas es un cuento legendario. Lo escuché muchas veces de niña y fue parte de los que les contaba a mis dos hijos de pequeños. 

La versión original cuenta la historia de un joven que heredó de su padre un gato, mientras que sus hermanos mayores recibieron un molino y un burro. Lo sorprendente es que el gato hablaba, con lo cual, a base de astucia y engaños, consigue la fortuna y la mano de una princesa para su amo que era pobre. 

En la foto Kitty, que es de mi sobrino Jose Olmedo Carles.

El gato con botas sigue siendo popular hasta hoy en día al punto de que su personaje fue incluido por los estudios DreamWorks en la saga de Sherk. Posteriormente, en el año 2011, DreamWorks lanza la primera versión para el cine dirigida por Chris Miller con Guillermo del Toro como productor ejecutivo. En el año 2015 llega a Netflix con una serie de 6 temporadas. La última fue estrenada en el año 2018.

Tuvo que pasar más de una década para que se estrenara la secuela tan esperada de la película de 2011, que es la que ha motivado este escrito. En esta ocasión fue dirigida por Joel Crawford. 

En ambas versiones, está protagonizada por las voces de Antonio Banderas y Salma Hayek, en sus papeles de Gato con botas y Kitti patitas suaves, respectivamente. 

Mi esposo y yo habíamos visto los repartos. La trama prometía ser interesante y con contenido. Y así mismo fue. Además de nosotros, en la tanda había varias familias. Calculo que los niños no tendrían más de cuatro años. Pensé en ese momento que la forma en que había sido producida la película no era para ellos. Me atreví a preguntarle a uno de los padres si a sus hijos les había gustado la película y me dijo que no la habían entendido, que se habían asustado y que consideraba que era para niños más grandes. Y yo coincido con esto. Diría que es una película para niños de ocho años en adelante por su ritmo frenético, por sus diálogos profundos y por algunos comentarios bastante incómodos. 

Ahora bien, me pareció que el tema de la cinta nos hace reflexionar muchísimo o al menos fue lo que me pasó a mí. Sin hacerles spoiler, me voy a referir a algunos aspectos.

La película inicia en el momento en que de las nueve vidas que tiene el Gato con botas, solo le queda una. Las ocho las ha perdido casi sin darse cuenta. En primera instancia, esta realidad lo sume en el miedo de perder esa única vida y queda casi paralizado buscando la forma más fácil para mantenerse vivo. Entierra su sombrero, sus botas y su capa y da por finalizada su temeraria vida, hundiéndose en el aburrimiento.

Nunca me gustaron los gatos. Pensaba que no eran confiables. Y ya después de adulta, cuando supe que podían contagiar la toxoplasmosis, menos los quería cerca. Pero varios amigos que tienen gatos como mascotas me han hablado tanto de ellos, que ya les he cogido cariño. Viendo la película, pude sentir la vulnerabilidad y del personaje principal intensamente.

Jose Olmedo con sus tres gatos: Cacio, Kitty y Pepé.
Cacio es el que sale en la portada de este post.

Y con esos sentimientos aflorando en mi interior, pensé: la realidad es que solo tenemos una vida en esta tierra. No más que eso.

¿Qué hacemos entonces con esa vida? ¿Y qué hacemos cuando un suceso amenaza con arrebatarnos de golpe la única vida que tenemos? ¿Nos quedamos paralizados como el Gato con botas buscando la forma de estar lo más seguros para no perder esa vida?

Así, lo que hizo el Gato con botas al inicio de la película fue esconderse para no tener ningún riesgo de perder la única vida que le quedaba, viviendo una existencia monótona, sin anhelos ni esperanzas. Pero un suceso repentino hace que despierte de ese letargo en que ha quedado sumido y decide ir a recuperarlas. Para esto tendrá que lanzarse a la mayor aventura que jamás ha vivido hasta ahora: un épico viaje por la Selva Negra en busca de la mítica Estrella del Deseo. Para lograrlo pide ayuda a su amiga Kitty. 

Miren la figura que utiliza el director: la estrella de los deseos es la que mueve al Gato con botas a vivir nuevamente. 

Vivir es arriesgarse, llorar, tener fracasos y levantarse otra vez. No es esconderse como hizo al inicio de la película el Gato con botas.

Por supuesto, enseguida pensé en Dios, que es la estrella que nos guía con amor en nuestra vida terrenal y que fue el tema que abordé en el reciente post Los reyes que siguieron una estrella https://www.10minconjesus.net/la_epifania/

Así como el Gato con botas, nosotros podemos tener siempre la ilusión de seguir una estrella. Puede ser que nos ayude a cuidar la única vida que tenemos en la tierra o a recuperar, de haberla perdido, la vida que tendremos después en el cielo.

Habrá algunos que no creen esto. Que piensan que la única vida que tenemos acaba al morir en la tierra, que hasta allí llegamos. Otros piensan que al morir reencarnamos en otra vida. Pero estamos los que creemos que la vida terrenal continúa con la posibilidad de tener una vida en el cielo. Y para cuidar esta vida hay que perseverar y tener siempre como norte buscar estar cerca de Dios y alejarnos de las cosas que nos apartan de Él. Buscar seguir la luz de su estrella que es la que nos guía hasta el cielo.

El Gato con botas resalta los valores como la amistad, el trabajo en equipo, la generosidad, ya que se ven ejemplos donde se anteponen las necesidades de los demás a las propias. 

Al terminar de ver la película estas ideas dieron vuelta en mi mente por varios días, como es lo usual, antes de sentarme a escribir un artículo. Además, motivó intercambio de opiniones muy interesantes con mi esposo. Por eso pensé si valdría la pena abordar los temas que me había inspirado. Hasta que decidí hacerlo ya que El gato con botas es mucho más que una película animada con efectos especiales destinada a entretener. Es la historia de una vida que se alza ante la adversidad no sin antes haber fracasado y haber tenido miedo. 

Definitivamente, les recomiendo ir a verla. 

One Comment

    • P. Lucho Q.

    • 1 año ago

    Interesante. prometo ver la película, que ya me había llamado la atención, además de sacarle provecho espiritual

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