En el mes de octubre publiqué en este blog el artículo «Me siento optimista», https://www.teredominguez.com/optimista/ donde escribí sobre los sentimientos patrióticos que habían resurgido en mí a raíz del resultado de las elecciones en Panamá y que no había experimentado desde que participé en la Cruzada Civilista en los años 80. 

Sin embargo, pasados siete meses de ese artículo, lo que siento es tristeza e impotencia ante lo que acontece en el país. Me había mantenido al margen, pero cada vez me indigno más con los grupos que protestan y sus mentiras sobre la recién aprobada ley de la CSS. Grupos que no representan a la mayoría pero que crean caos e inseguridad; grupos que han participado en varias elecciones y no obtienen siquiera un 2 % de los votos. Si bien son grupos minoritarios, afectan la economía al paralizar grandes obras que en este momento se desarrollan en el país.

También me indigna la huelga de los maestros que afecta a los niños y jóvenes que nada tienen que ver con los temas sobre los que discrepan. La ley de jubilación de ellos no se alteró, entonces, ¿por qué protestar paralizando la educación en el país?

Dios mío, ¿qué está pasando?, me decía. ¿Cuándo va a parar esto? Si tenemos un país hermoso, ¿por qué se le está haciendo tanto daño? ¿Por qué hay tantas mentiras circulando en la calle? Tenemos a un presidente que viene de las entrañas de la cruzada civilista, demócrata hasta los huesos, con coraje para enfrentar situaciones que otros gobiernos no quisieron hacer, entre estas, la reforma a la ley de la CSS. Una ley que presentó el gabinete, que se discutió en la Asamblea por seis meses, que sufrió reformas y que fue aprobada.

Por primera vez tenemos un presidente que todos los jueves tiene una conferencia de prensa y responde a todas las preguntas. Se trata de un presidente que no tiene miedo, y no se esconde. Un presidente, presente. 

Un Presidente que se ha tenido que enfrentar al recién electo mandatario de los Estados Unidos, que ha dicho mentiras sobre el manejo del Canal de Panamá, lo que provocó que se visibilice lo referente a las relaciones entre ambos países. Por ejemplo, los memorándums de entendimiento que se han firmado desde que el Canal volvió a manos panameñas sin que fueran motivo de escrutinio. Pero cuando el Presidente de la mayor potencia del mundo, Donald Trump, dice a viva voz en todos los medios internacionales que quiere recuperar el canal, enseguida la palabra soberanía adquiere protagonismo y todo se sale de control. Y hay otros que quieren aprovecharse de la situación para figurar sin pensar lo delicada que es esta situación.

Sintiéndome a punto de reventar, empecé a compartirles a líderes de opinión mensajes directos a sus cuentas de Instagram, por ejemplo, entrevistas claves, como la reciente del ministro Chapman, en la cual les habló alto y claro a estos grupos radicales. Sobre la realidad de la ley del seguro social, por ejemplo. https://www.tvn-2.com/videos/radar/video-ext-bloque-3-radar-panama-retos_7_2188048.html

También pronunciamientos de Juan Arias, presidente de la Cámara de Comercio y de Giulia De Sanctis, presidenta de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa. 

Sentía que al menos estaba haciendo algo.

Hasta que finalmente ayer me animé a expresar mi opinión al respecto del cierre de vías públicas: que si bien tenemos derecho a protestar no lo tenemos para afectar a terceros. 

La motivación surgió cuando veía la transmisión que un medio local estaba realizando desde su cuenta de Instagram de la marcha de la Universidad de Panamá por toda la Vía Transístmica hasta las escalinatas del Edificio de la Administración del Canal de Panamá. Una marcha grandísima y en total orden, pero que provocó un tranque descomunal. 

Expresé con un mensaje mi rechazo a los cierres y a afectar el libre tránsito, y fue increíble las respuestas que enseguida se generaron. Tanto de apoyo como en contra. Pero lo más triste fue el irrespeto de muchos.

Uno de los que me respondió parece que revisó antes mi perfil de Instagram y sabiendo que soy escritora me dijo que me haría famosa si escribía de esa marcha. Yo le respondí que no era mi línea de escritura pero que lo pensaría y si lo hacía expresaría mi rechazo al cierre de vías. A él le pareció bien. Fue el más razonable de todos. 

No pensé realmente que escribiría del tema hasta que al día siguiente viví una experiencia que detonó mi fuego invisible, la inspiración.

Había pasado la tarde con mi mamá y regresaba a la casa. El Waze me indicó que si tomaba el Corredor Norte llegaría en 40 minutos y que si tomaba la Tumba Muerto serían 25 minutos. Así que la decisión era clara. Nunca pensé en quedarme atrapada en un enfrentamiento frente a la Universidad de Panamá.

Los había visto en las noticias muchas veces en mi vida. Había sufrido los tranques por los cierres de vías, pero esta vez estaba atrapada sin poder avanzar y escuchando muy de cerca las detonaciones de las bombas lacrimógenas. 

No podía creer lo que estaba viendo desde el carro: grupos de enmascarados, vestidos la mayoría de negro, tirando piedras desde dentro de la universidad a los carros que estaban un poco más adelante. Además, otro grupo tenía bloqueada las vías.

La marcha del día anterior había sido por la defensa de la autonomía de la universidad, es decir, que la policía no podía entrar a la misma, y estando en el carro me preguntaba: y entonces, ¿hay que dejar que maleantes se apoderen de la universidad y ataquen a otros? Porque eso era lo que parecían: maleantes.

Sentí mucho miedo sin poder avanzar. Y pensaba que por qué se le estaba haciendo tanto daño a nuestro país.

Finalmente, la vía se abrió. No pude ver qué provocó que pudiéramos avanzar. Solo quería llegar a la casa para sentarme a escribir. 

Al llegar, abrí el Instagram y lo primero que me salió fue esta noticia: «La policía nacional viola la autonomía de la Universidad de Panamá». 

No lo podía creer. Otra mentira más.

Si eran personas enmascaradas atacando a los vehículos, incluso una niña resultó herida de gravedad.

¿Qué va a pasar? No lo sé.

Lucharé por mantener el optimismo pensando que la razón va a prevalecer. 

Que surjan líderes que pongan a Panamá primero y creen lazos de unión.

Que no nos dejemos manejar por lo que dicen las redes, que no son la mayoría de un país. 

Que ante todo prevalezca el respeto.

A ustedes, mis lectores, les pido que sigamos orando por nuestros gobernantes, por nuestros maestros y profesores, por nuestros médicos y enfermeras, por los estudiantes, por los miembros de los distintos sindicatos del país y por la sociedad civil en general. Orar es lo mejor que cada uno de nosotros podemos aportar en estos momentos difíciles no solo en Panamá sino a nivel mundial.

Dios mío, te pido por mi querido Panamá, por que logremos la paz y la unidad. 

Y como ha dicho el recién nombrado papa León XIV: la paz esté con nosotros. 

Que tengamos presente lo que nos costó recuperar la democracia después de 26 años de dictadura.