Empecé este post antes de que se declarara la pandemia mundial por el Covid19. Tenía ante mí la proximidad del 26 de marzo, día en que cumplo un año de la cirugía que reveló que tenía cáncer de ovario. El día en que, en un abrir y cerrar de ojos, mi vida cambió. El escrito iba a ser una reflexión sobre el año transcurrido.
Pero al anunciarse la pandemia no pude continuarlo. Sentí que era egoísta escribirles sobre mí cuando estamos enfrentando un virus que ha detenido al mundo.
Carlos Leiro me dijo hace poco lo siguiente: “Tere, al experimentar el dolor y la certeza de la muerte, has ganado una madurez emocional que otros no tienen”. Esas palabras me hicieron reflexionar muchísimo y me dieron luz para retomar la escritura de este post.
Durante la quimioterapia estuve en modo no besos y no abrazos, y pasé la mayor parte de los meses que demoró el tratamiento en casa, a fin de minimizar el riesgo de que una enfermedad detuviera mi tratamiento. Pero lo hice por decisión propia. Otras personas en quimioterapia no se cuidan tanto. En mi caso decidí seguir al pie de la letra lo que el doctor Barés me había indicado.
Sin embargo, ahora todos estamos obligados a guardar las distancias y a estar en casa. No solo aquí en Panamá, sino en el mundo. Lo está pidiendo la Organización Mundial de la Salud. Es la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos y para con los demás. Pero cuando te enfrentas a una realidad así, de pronto, no todos tienen la fortaleza y la madurez para asimilarla. Son momentos en que surgen los miedos, las inseguridades, las rebeldías, las angustias. Nos han despojado repentinamente de todas las libertades que teníamos fuera de casa: la posibilidad de ir a un gimnasio o a una cancha de softball, visitar a los nietos, ir al cine o al teatro, jugar una partida de tenis, en fin, todos los lugares de esparcimiento se han visto forzados a cerrar. Y así, el ser humano en todo el planeta ha quedado frente a frente consigo mismo. Y ni hablar de los estudiantes. Hoy escuchaba que según cifras de la UNESCO hay 580 millones de estudiantes sin clases. Los padres o cuidadores han tenido que asumir de pronto el ciento por ciento de la educación de sus hijos en casa.
Ayer conversábamos en familia que lo que estamos viviendo parece una película donde los alienígenas quieren apoderarse del planeta Tierra por medio de la implantación de un virus. Y los humanos, para evitar que eso pase, tienen que refugiarse en búnkeres. En este momento nuestro búnker es nuestro hogar, nuestra casa. El lugar donde muchas veces solo desayunábamos y cenábamos. En donde nos bañábamos apresurados para salir en las mañanas a trabajar.
Aun así, tenemos las herramientas para salir de esta pandemia. Lo único que debemos hacer es aceptar que nuestro mundo se ha detenido. Nuestra vida estará en pausa en casa. ¿Por cuánto tiempo? Nadie en este momento lo sabe. Así que lo que queda es aceptarlo y dedicarnos a vivir el día a día.
Cuando inicié el tratamiento de quimioterapia sabía que me aplicarían seis ciclos cada 21 días, con lo cual terminaría en cuatro meses y medio, si es que no me enfermaba o mis defensas bajaban considerablemente. Sentí mucho miedo antes de iniciarlo, pero como ya saben los que leyeron Te ofrezco mis puertas, me propuse abrir cada una de las puertas que se me fueron presentando con determinación. Me dispuse a disfrutar estar en mi casa, y me aferré a la escritura como modo de no dejar que el cáncer se adueñara de mi mente. Y lo he logrado hasta ahora.
Lo cierto es que no me pesa estar en casa. Tal cual fue durante la quimioterapia, disfruto estar aquí. En este momento que les escribo escucho los pájaros y la brisa fuerte que mece los árboles.
Pero en el resto del mundo hay tantos escenarios diferentes, casi como si fuera un rompecabezas interminable que no pudiera nunca terminarse de ensamblar.
Por ejemplo, están los abuelos que no pueden ver a sus nietos. La OMS ha hecho énfasis en el riesgo que tienen las personas de la tercera edad al estar con jóvenes y niños. Uno de ellos es Eduardo Molino, quien todos los días, antes de ir a su trabajo, pasaba a ver a sus dos nietos. Eduardo me escribió ayer:
“Hoy ese virus, que viajó sin pasaporte de China a Panamá, por mar, aire y tierra, es el responsable de que no pueda ver, ni abrazar, ni darles un beso a mis hijos y nietos. Marta y yo hemos atendido las recomendaciones del MINSA y nos hemos quedado en casa. Nos quedamos en casa porque en estos momentos tenemos que ser solidarios y no usar nuestro cuerpo como medio o transporte del virus. Nos quedamos en casa no porque queremos, sino porque los queremos y cuando todo esto pase podremos volver a verlos, abrazarlos y besarlos sin miedo. Este encierro voluntario me ha hecho reflexionar. Lo más valioso que tenemos es la salud, la familia y la libertad”.
Eduardo siempre me emociona con lo que escribe. Le he dicho que tiene que escribir sobre sus vivencias con sus dos nietos, a los que adora y que en este momento no puede ver.
El anuncio de Panamá de cerrar sus fronteras a vuelos de Europa coincidió con el que hizo España de declarar un estado de emergencia, lo cual significaba, entre otras muchas medidas, el cierre de universidades. Con esta acción, algunos panameños que estaban en ese país optaron por quedarse y otros lograron salir.
Angelique de la Guardia de Burgos, amiga del colegio y con la cual me he unido mucho desde mi diagnóstico, me compartió esta reflexión a raíz de que una de sus hijas decidió quedarse en Barcelona:
“Qué difícil es ver que tus hijos crezcan y salgan de casa. Ese silencio en los pasillos, sin risotadas ni peleas. Más que el miedo a ese silencio se enciende en nuestros corazones el miedo a que estén bien sin nosotros, y muchísimo más en los tiempos de coronavirus. Y es que nosotros educamos en base a lo que aprendimos de nuestros padres y ellos nunca nos enseñaron a vivir en estas situaciones extremas. Con dos hijos fuera de casa, uno en Europa y otro local, he tenido muchísimos momentos de ansiedad en base a simples temores: que se enfermen, que les haga falta servicios hospitalarios o medicamentos, alimentos, etc. Pero sobre todo compañía, amor, familia, Dios”.
“Cuando empieza a darme vueltas en la cabeza todo esto recuerdo las historias de nuestros abuelos de la guerra y lo poco que tenían, que ya pasamos una invasión en Panamá y que todo quedó en la ruina y aquí estamos. El consejo más sabio de nuestros padres fue: Jesús, en ti confío. Nunca faltó en la casa de la abuela o de los padres la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Siempre a nuestro lado y eso es exactamente lo que debemos compartir con nuestros hijos. A ser prudentes, pero a confiar en Jesús, pues, aunque nosotros no entendamos, estamos pasando por esto por una razón y es que nos acerquemos a él”.
Y tal como dice dice Angelique, los insto a decir: Jesús, en ti confío, o si lo prefieren, Dios, en ti confío. En mi caso, las meditaciones de los diez minutos con Jesús me siguen reconfortando cada día. Las empecé a escuchar exactamente hace un año, antes de mi cirugía. Y es lo primero que hago al levantarme. En días como estos, que no podemos ir a misa, estas meditaciones son alimento para mi espíritu.
Quiero terminar este post mencionando a otra amiga querida. Te ofrezco mis puertas trajo a mí a Maryluz Chávez. Si bien nos conocimos brevemente hace unos años en un proyecto familiar, nos reencontramos a raíz de que a ella la diagnosticaron también con cáncer de ovario. Igual al mío, en la trompa de falopio izquierda. Ella me autorizó a compartirles esta reflexión que hizo hace unos días:
“Cuando me diagnosticaron cáncer en diciembre de 2019, lloré dos días y luego mi mente se expandió de una manera galáctica, miles de millones de posibilidades se empezaron a acumular en mi cerebro como resultado de una situación de salud inesperada que necesitaba resolver en la medida de lo posible y que tocaba a mi puerta a mis 38 años, siendo siempre una mujer líder, fuerte y sana. Me vi a mí misma ante una nueva realidad que me obligaba, al menos por un tiempo, a interpretar un nuevo papel, el de paciente de cáncer, con ensayo de vestuario incluido, al tener que portar pelucas y turbantes a lo Liz Taylor. Y justo cuando había alcanzado un nivel de paz mental y optimismo al iniciar un tratamiento que aumentaría en gran medida mis posibilidades de continuar una vida más larga y tras haber tenido una muy buena respuesta a mi primer ciclo de quimioterapia (gracias al equipo que armé, Tere incluida), aparece una nueva amenaza, la pandemia del coronavirus. ‘¿Estás hablando en serio?’, me pregunté mirando hacia arriba”.
“¿Cómo se siente? Se siente como un ataque personal a mi existencia, suena duro, pero así lo siento. Un ataque que primero vino de adentro, con el diagnóstico de cáncer, y que cuando empezaba a sobrellevarlo mejor, ahora viene uno externo, más evidente que los que ya había recibido, tomando en consideración que debía cuidarme mucho más. Así me siento y así estoy coexistiendo con esta realidad surrealista que ya no lo es tanto… Disfruto cada respiro, cada bocado, cada ladrido de mi mascota, cada conversación que puedo sostener con mis seres queridos, disfruto intensamente mis últimos días de cabello, que pronto, primero Dios, volverá a renacer, como renacerá fortalecida nuestra humanidad, nuestra sociedad, nuestro país, nuestra vida, nuestro mundo y, por supuesto, yo también. ¡Ah! y también estoy guardando las semillas por si nos toca volver a las labores agrarias”.
“Este mundo es de los que se reinventan en la medida de lo posible, de los que se arremangan las mangas y tiran pa lante, con todo, así les digan que tienen una enfermedad o que el coronavirus o la carencia los acecha, este mundo es de los que se abrazan fuerte a la fuerza vital que vive en cada uno de nosotros”.
Así que si Maryluz, que en este momento inicia su tratamiento de quimioterapia, puede hablarnos así, ¿cómo nosotros no vamos a ser fuertes? Y me incluyo. Porque, por más que yo pasé por un tratamiento de quimioterapia el año pasado, no es lo mismo afrontarlo en este momento, con ese virus acechándonos. La quimioterapia mina la infantería del cuerpo, y es en cuerpos débiles que el Covid19 gana terreno. Así que seamos como Maryluz, quien sin importar las amenazas a las que en este momento está sometido su cuerpo, no deja que su mente sea dominada ni por el cáncer ni por el Covid19.
No dejemos que este virus se adueñe de nuestras mentes. Organicemos nuestras casas, mantengámonos informados, pero dispongámonos a disfrutar de estar allí. Aceptémoslo como la realidad que tenemos por delante.
Celebremos cada día el estar vivos.
Meditación del día de hoy donde se hace una reflexión sobre el momento que vivimos. Estas meditaciones me reconfortan cada día. Si quieres suscribirte me escribes y te mando el link.
MynaCale
Tere, tal como lo plasmas en tu blog, para Beto y para mi ha sido duro privarnos de las visitas diarias a nuestros nietos, sin embargo hay quienes la estan pasando muy duro. Hay que rezar y pensar en los demás. Tqm
Tere Dominguez
Tiene que ser muy duro para ustedes al igual que para todos los abuelos que compartían diariamente con sus nietos.
Tienes la dicha de tener un ángel en tu casa: Estelita.
Dios sabe por qué hace las cosas.
Ella es quien está ahora dándoles luz a ti y a Beto.
Cada vez que me escribes me alientas a seguir escribiendo.
Liliana
Tere tu libro y tus comentarios me ayudan muchísimo hace tres días me detectaron el Covid19 al enterarme lo primero que hice fue comunicarlo a las personas con quien estuve
La agencia ha tenido que convertirse en una empresa de teletrabajo
A todas las personas le recomiendo que se queden en casa es la única manera de parar este virus.
Tere Dominguez
Hola Liliana, ahora es que estoy contestando los comentarios del anterior post.
Este lo escribiste el 19 de marzo. Increíble lo que ha pasado en pocos días.
Lo único que puedo agregar a los mensajes que hasta ahora hemos intercambiados es que ante una situación así: Dios es nuestra roca. Y repetirnos a cada momento: Jesús en ti confío. Espero pronto saber que ya físicamente estás bien.
Espero una vez que termine todo poder abrazarte fuerte.
María Elena
Mi querida prima tal como lo relatas, es lo que estamos viviendo y sintiendo. Esto ha sido muy duro para todos nosotros. Habrá una explicación de lo que estamos viviendo o será una enseñanza para aprender a ser solidarios, más humanos o para empezar a cuidar nuestro planeta?
Pido a Dios que esto termine pronto y que no hayan más víctimas de este virus.
Muchos abrazos y gracias por compartirnos este blog de reflexión.
Lourdes
Ay Tere que bien siempre lo que escribes. Estoy de acuerdo contigo: este mundo es de los valientes! Estamos en un momento dificil, aprovechemoslo para vivir dando gracias a Dios por cada dia, ofreciendo cada molestia, cada limitacion y decir: Jesus, confio en Ti!
Tere Dominguez
Gracias Lourdes por compartirme tu sentir.
Con tus lineas me alientas a seguir escribiendo.
Tere Dominguez
Prima, gracias por compartirme tu sentir al leer el post.
Me alienta a seguir escribiendo.
Eduardo Molino Paz
Tere lo lograste una vez más. En un «breve espacio» compartes tus penas y alegrías pasadas y presentes. De todo esto saco una sola conclusión: Que bonita es la vida y que bonito es vivir. La palabra clave hoy es «solidaridad». Si nos cuidamos, no pondremos en peligro la salud de las personas dentro y fuera de nuestro entorno. #quedémonosencasa y paremos la propagación de este enemigo invisible y poderoso que tiene al mundo doblegado.
Tere Dominguez
Eduardo, gracias por compartirme tu sentir al leer mi post.
Me alienta a seguir escribiendo.
La conclusión que sacas la comparto por completo.
Ahora valoramos detalles que en la corredera de cada día no apreciábamos.
Bibi
Tere, como siempre tus escritos son inspiradores, incluyendo esta el de tu.amiga Maryluz, otra guerrera. Desde el principio me llamó la atención que la pandemia.coincidiera con la Cuaresma, tiempo en que la iglesua nos llama a la conversión, a mirar hacia nuestro interior para encontrar aquellas cosas que debemos ir cambiando para ser cada día más como Dios quiere que seamos. Para eso se necesita tiempo, y decíamos nunca tenerlo. Ahora no hay excusas. Estamos Puertas Adentro. Aprovechemoslo.
Tere Dominguez
Me demoré en responder, pero aquí estoy.
A mi también me ha llamado la atención la coincidencia con la cuaresma.
Cada día que pasamos en este aislamiento es como una estación del vía crucis.
Estoy trabajando un post con este tema.
Y es tal cual dices: ahora no hay excusas: hay tiempo para estar cerca de Dios.
Y quiero que sepas, que cada comentario que recibo me alienta a seguir escribiendo.
Vielka Tejada
Hermoso Tere, cada vez q leo sus post y sobre su libro me parece una historia muy real vivida por mi, pues ahora con todo esto cuando las personas entraron en pánico yo me pensaba, bueno ya yo la peor noticia q uno puede escuchar en su vida la escuché y por ende perdí el miedo a la muerte.
Viví una cuarentena de 6 meses prácticamente durante mi tratamiento pues seguí al pie de la letra las recomendaciones de la doctora Fernanda cñPicardy también estuve como en una burbuja de cristal durante todo ese tiempo. C
Por coincidencias de la vida fue el año pasado justo por este tiempo.
Así q entre las cosas positivas q me dejó «La innombrable» fue comer sano, aseo al máximo para evitar cualquier bacteria o virus y fortalecer mis defensas pero lo mejor no temer a morir pues en mi desierto me re encontré con Dios y que más fuerza q la fe.
Ahora estoy viviendo una nueva lucha junto con todos los panameños y otra batalla con mi Princesa Ana Lu, grande pero no imposible. Y esta batalla la he titulado «Smiling Soldiers»
Bendiciones y sigamos orando con fe.
Tere Dominguez
Increíble las coincidencias en nuestro encuentro con el cáncer. Gracias por compartirme tu sentir y por tus palabras.
Me alientan a seguir escribiendo.
Lucy
Tere. Tienes un don de expresar situaciones vividas así como reflexiones profundas de una manera tan singular que llegan al alma. No eres solo una guerrera si no un sol que ilumina la vida de los que te conocen y siguen a través de tus escritos que llevan un aliento a la vida. #Quedemos en casa por nuestra familia llamas Panamá #
IGNACIO
«Te Ofrezco mis Puertas», fue una manera de ayudar a los demas narrando tu experiencia personal, de lo que te toco vivir. Hoy ese Titulo, nos alcanza a todos,pues todos, estamos viviendo esta terrible experiencia del Covi-19,por eso tu libro, nos ha llevado a todos a abrir nuestras puertas a los demas. Tere que gran trabajo hiciste.
Tere Dominguez
Gracias Ignacio por escribirme y hacer ese análisis tan profundo. Yo opino igual: todos estamos experimentando el duelo de perder nuestra libertad pero estamos ganando unión familiar y del mundo hacia una causa común. Solo confío que salgamos fortalecidos. Necesitamos una nueva ONU como pasó después de la segunda guerra mundial, pero que esté orientada en alinear a los países buscando servicios de salud dignos para todos y preservando la seguridad para evitar estas armas a través de virus. Así como hay prohibiciones y sanciones contra las armas químicas y atómicas así mismo debería haberlas por atentar contra la salud del mundo.
Juan Ramírez
Tere, me gustó mucho lo escrito y nos llena de ànimo en estos días tan dfíciles.
Saludos
Tere Dominguez
Hola Juan, me alegra mucho saber que mi post te ha dado ánimos.
Cada comentario que recibo me alienta a seguir escribiendo.
Espero que estés bien.