Hoy sentí el viento sobre mi cabeza después de muchos meses y cómo movía mis primeros cabellos. Es como si fuera la foto en miniatura de un gran pastizal que se mece al son de la brisa. Esa es la sensación que me da cuando me veo al espejo.

En esos momentos recuerdo el tiempo que invertía cuidando mi cabello: el tinte, los blowers, tratamientos, rulos, en fin. Ahora dispongo de todo ese tiempo para vivir, para sentir, para leer y para escribir. Así que el día de hoy he meditado mucho sobre el tiempo.

De hecho, todos estos días he estado pensando en eso: ¿para qué es ahora mi tiempo? o más bien la pregunta es: ¿para qué quiero que sea mi tiempo? Mi tiempo ahora es para conversar tres horas con una amiga que me necesita.

Mi tiempo es para ir a visitar a otra muñeca valiente que está en este momento en quimioterapia.

Mi tiempo es para preguntarle a mi hijo cómo se siente. Para pedirle perdón a mi esposo por algo que le dije que no estuvo bien. Es para terminar mi novela que ha sido otro de mis sueños.

Es para planear otro viaje familiar si es que Dios así lo permite. Es para organizar una reunión de amigas. Es para recibir a mi prima hermana y su hijo en mi casa. Para eso es que quiero que sea mi tiempo.